l origen de la pesca del bacalao dorado est� envuelta en mitos y misterio. En los antiguos cronicones aparece ligada a la pesca de la ballena por embarcaciones vascas en las fr�as aguas del norte. Desgraciadamente, en aquellos tiempos los cronistas se apoyaban en versiones dispares y hasta contradictorias, con lo que el rigor hist�rico no se garantizaba. A�n as�, sabemos que las ballenas se convirtieron en s�mbolos de la actividad pesquera de aquellos esforzados hombres de mar.
ocalidades como Zarautz o Lekeitio, en el Pa�s Vasco, integraron a su escudo la figura del cet�ceo. En tiempos de Alfonso VIII se ced�a a la Orden de Santiago una ballena de las que pescaran los de Mutriku (Motrico).En 1220 el rey Alfonso I se reservaba para s�, seg�n un documento, la primera ballena pescada por los hombres de Getaria (Guetaria) y Fernando III exig�a 17 a�os despu�s una tira de la cabeza a la cola de cada una de las capturadas por los de Zarautz. ellos esforzados hombres de mar.
unque la pesca del bacalao dorado fuese entonces considerada menos noble que la de las ballenas, resulta indudable la presencia de nuestros pescadores en sus caladeros. Un mito mantiene que arponeros vascos descubrieron Terranova persiguiendo a la ballena cien o doscientos a�os antes que Col�n pisase el Nuevo Continente. El mito se alimenta con la toponimia de ciertos lugares, cargados de ra�ces de la lengua vasca, que pudieron ser asentamientos temporales de marineros de este pa�s. Aunque posiblemente hubiese referencias anteriores que no se han podido conservar, existe documentaci�n que acredita la presencia de buques bacaladeros espa�oles en Terranova 79 a�os despu�s de la fecha oficial del descubrimiento. El franc�s Etienne Cleirac cita en 1661 los grandes beneficios de los habitantes de Cap Breton y los vascos de la Guyenne que, con barcos de alta mar, descubrieron a�os antes que el almirante Col�n los grandes y peque�os bancos de bacalao en las tierras de Terreneuve y Canad� o Nouvelle France.
n 1529 el cosm�grafo Diego Rivero se refer�a a la llegada de Gaspar Cotorreal a Labrador y nombraba aquellos confines como como la tierra del bacallao. Posiblemente sea esta la primera vez que aparezca tal denominaci�n.
urante los siglos XVI y XVII, lo que hoy denominamos bacalao dorado adquiri� una gran importancia y no s�lo por las capturas de los buques guipuzcoanos, sino tambi�n por las compras que se realizaban a los pesqueros franceses. Exist�a un gran mercado para el bacalao, a lo que no era ajeno su conservaci�n como pescado curado y las obligaciones impuestas por la Iglesia cat�lica en materia de abstinencia de carne en determinadas �pocas. Los intereses por este creciente mercado di� origen a disputas que trataron de ser zanjadas el 15 de julio de 1557, mediante real c�dula librada en Valladolid, por la que cualquier persona en Guip�zcoa, Vizcaya y Cuatro Villas pod�an acudir con sus naos, armadas o no, a la pesquer�a de Terranova.
os Tratados de 1713 entre Espa�a e Inglaterra, firmados en Madrid y Utrech, tambi�n reconoc�an a Espa�a derechos de pesca en aquellas aguas, aunque en aquel a�o los personalizaban en los pescadores "guipuzcoanos", "vizca�nos", en "otros s�bditos de su Majestad cat�lica" y "otros pueblos de Espa�a". As� dec�an ambos Tratados:
Tratado
preliminar de paz y amistad entre las coronas de Espa�a
y
de Inglaterra: Concluido y firmado en Madrid el 27 de marzo de 1713 |
20�
Su Majestad brit�nica promete que mantendr� a los Guipuzcoanos y a los dem�s s�bditos de su Majestad cat�lica en todos sus derechos de cualquier naturaleza que sean, y en la libertad en que han estado hasta ahora de la pesca de ballena y de abadejo de Terranova, y para su m�s exacta observancia se formar� sobre esto un art�culo en el tratado de paz.
�
Tratado
de paz y amistad entre sus Majestades el rey de Espa�a
y reina de Inglaterra: Concluido en Utrech el 13 de julio de 1713. |
Sus Majestades reales, cada una por su parte, renuevan y confirman todos los tratados de paz, amistad, confederaci�n y comercio hechos y concluidos entre la corona de Espa�a y de la Gran Breta�a antes de ahora, y por la presente confederaci�n se renuevan y confirman los dichos tratados en modo tan amplio y esplicito (sic) como si ahora se insertase cada uno, es a saber, en cuanto no se hallen contrarios � (sic) los tratados de paz y comercio recientemente hechos y firmados; y especialmente se confirman y corroboran por este tratado de paz los pactos, alianzas y convenios que miran as� el uso del comercio y navegaci�n en Europa y otras partes, como � (sic) la introducci�n de negros en la Am�rica espa�ola, y los que ya se han hecho � (sic) se har�n cuanto antes en Madrid entre las dos naciones. Y porque por parte de Espa�a se insta sobre que � (sic) los vizca�nos y otros s�bditos de su Majestad cat�lica les pertenece cierto derecho de pescar en la isla de Terranova, consiente y conviene su Majestad brit�nica que � (sic) los vizca�nos y otros pueblos de Espa�a se les conserve ilesos todos los privilegios que puedan con derecho reclamar. |
a flota espa�ola destac� siempre sobre el resto de las flotas europeas y exist�a plena libertad para la pesca en Terranova. Los conflictos comenzaron a finales del siglo XVIII, principalmente con los franceses con terrenos en aquella zona. El Tratado de Utrech respet� los derechos de pesca de las naves espa�olas pero su aplicaci�n no fue tan positiva para nuestros intereses como su letra. Despu�s intervendr�an los ingleses, principales propietarios de Terranova. A mediados del siglo XVIII la actividad de los bacaladeros vascos en aquellas aguas, como consecuencia de los conflictos, descendi� intensamente. n
el primer cuarto de este siglo se relanz� la
pesquer�a del bacalao mediante sociedades creadas
en Pasajes (Guip�zcoa) y, m�s tarde, en
Galicia. En el Pa�s Vasco destac� la empresa
PYSBE y en Galicia PEBSA. Se construyeron buques a vapor,
de chapa y de la modalidad de arrastrero o trawler,
que faenaron en Terranova, Groenlandia e Islandia. La
Guerra Civil espa�ola supuso, tambi�n
en esta actividad, dificultades a�adidas. Tras
esta �poca se siguieron construyendo arrastreros,
ya con motores de combu |
Esta informaci�n se ha elaborado tomando como base documentados trabajos de don Enrique P�rez-Sostoa, don Fernando Aizpurua Azarlosa, don Juan Mar�a Benito Eizaguirre y don Jos� Luis Meseguer S�nchez, a los que expresamos nuestro reconocimiento.